Tres formas infalibles de pillar con un madrileño

La cocina madrileña se forja, como casi todas, a base de puchero, con la patata como aliada para todo y con comidas pastoriles, por mucho que se vaya hasta en coche a comprar el pan. Un contraste con la sequedad ambiental y las temperaturas propias de la capital a partir de primavera, pero así es esta comunidad autónoma: se hace a lo que le echen. Otro de los detalles a apuntar en tu agenda es el gusto por la casquería. Pocos la comen ya aunque sea San Isidro, pero la tradición está tan arraigada que te vas a encontrar gallinejas, entresijos, oreja y más delicias en cualquier lado. Te aconsejamos encarecidamente que optes por otras opciones culinarias para conquistar a tu crush, como las que te proponemos, para seducir a un madrileño en estos tres digestivos platos nada calóricos:

Patatas bravas

Sí, sí, en todas partes hay bravas. Pero en Madrid ya es un desbocamiento del arte de la brava. Hay rutas de bravas y, por supuesto, cualquier madrileño te puede señalar un bar donde comerte “las mejores bravas”. De hecho, muchos bares tienen su receta patentada y la guardan como si fuera el Arca de la Alianza. Si te quieres ganar a un madrileño autóctono, nada como hacerle una tapa de bravas. Que no es freír cuatro patatas y echarle kétchup, mucho cuidado con desvirtuar esta oda al hidrato.

Como te vemos un poco perdido, te echamos un cable con una receta que ha comprobado a pie de calle nuestro departamento de innovación culinaria para seducir a un madrileño. Todos ligaron durante el estudio de campo de esta receta y ni les hicieron la cobra ni ningún animal fue herido durante su realización.

Patatas bravas de Madrid

Preparación

30 min

Dificultad

Fácil
Patatas
Aceite de oliva virgen extra
Cebolla
1
Cucharadita de harina
1
Cucharadita de pimentón dulce
2
Cucharadita de pimentón picante
2
Caldo de pollo
500 ml
Dientes de ajo
3
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Callos a la madrileña

Quizá no mucha gente se coma los callos, pero oye, lo de mojar pan en el caldo, pocos madrileños conocerás que no hayan caído. Es casquería y carne como si no hubiera un mañana, pero esa salsa tiene algo que es de otro planeta. Lo mejor, si te decides a ponerte manos a la obra con este plato, es no pensar ni lo que estás limpiando y troceando, ni lo que te vas a comer luego. En cualquier caso, si la intención es conquistar a un madrileño de a pie —que es cualquiera que lleve más de cinco años viviendo en Madrid— procura que en vez de un plato sea una tapita, porque el sopor y el calentón (no ese que buscas) que proporcionan los callos, no es lo mejor para ponerse a tono. La media barra de pan que te hincas con la ración, tampoco.

 

Cocido madrileño

Qué podemos decir de uno de los platos más queridos en todas las casas madrileñas. Un buen cocido madrileño se sirve en tres vuelcos, es decir: primero la sopa, luego la verdura y por último las carnes. Si tratas de pedir la receta a unos padres madrileños te dirán que se trata de poner todo junto en una olla y que cueza. Y lo cierto es que, si te tenemos que animar con alguna receta, nos decantaríamos por esta por su facilidad, por lo buena que es y porque, si no pillas con ella, al menos te quedará carne para hacer luego croquetas. No obstante, como sucede con los callos, el cocido no es un buen plato para, inmediatamente después, intentar pillar cacho con alguien o hacerte un Ironman.

Si la cocina se te da regular y no te atreves ni con las bravas, para seducir a un madrileño lo que no falla es echarte unas risas. A esa conclusión llegamos con Gomaespuma: aunque nos hubieran invitado a una tapa de oreja a la plancha, habríamos caído rendidos igual, más si cabe después de la entrevista. Y si no, echad un ojo al vídeo y nos contáis si esto no es conquistar: