Comer con los ojos cerrados: nuestros sentidos se sientan a la mesa

11 marzo, 2019

comer ojos cerrados

Nuestros ojos son capaces de procesar hasta 36.000 piezas de información por hora, una cantidad de datos que nos permite respuestas inmediatas y de la que cuesta prescindir. Cuando comemos, con frecuencia, nos referimos a este proceso como una experiencia para todos los sentidos así que… ¿qué sucede si comemos con los ojos cerrados?¿Disfrutaríamos los alimentos de la misma manera?

Saboreando con todo el cuerpo

El gusto y el olfato son nuestros grandes aliados no sólo para el placer de comer, si no para otros muchos fines. Y además están directamente conectados con muchas de nuestros recuerdos, desde que éramos niños. ¿Recuerdas cómo olían las comidas de nuestras abuelas un domingo?

El primer sabor que somos capaces de reconocer es el dulce, situado en la punta de la lengua. Inmediatamente después el sabor salado, agrio y por último el sabor amargo, situado más cerca de la garganta. Además del recién descubierto umami, que podemos situar en el centro de la lengua.

En el momento en que saboreamos algo, el sentido del gusto comienza a trabajar, pero también el del olfato. No es posible percibir el sabor de una comida si nuestro sentido del olfato no funciona correctamente. Y es además quien envía la información al verdadero protagonista y traductor de todas las sensaciones en el cuerpo: el cerebro.

Comer con los ojos cerrados

Desde 2008 se han popularizado los espacios que ofrecen la degustación de comida con los ojos vendados. Una experiencia única que, dicen, te ayuda a reconectar con los alimentos de una forma única. Incluso, a redescubrir el placer de comer. La ausencia de otros estímulos tan potentes como los que percibimos visualmente, nos hacen concentrarnos más en lo que estamos comiendo pero ¿realmente saboreamos mejor la comida?

Aquellos que lo han probado aseguran que el sabor de muchos alimentos y de las recetas se intensifica. Además de convertirse en todo un juego creando una experiencia culinaria completamente nueva.

Experimentar con estas sensaciones es posible desde nuestro propio hogar o incluso en estos precisos momentos. Si imaginamos un limón, nuestro cerebro enviará automáticamente a nuestra boca la orden de salivar, como una reacción natural al típico sabor ácido del cítrico. De igual forma que los olores de una barbacoa cercana pueden provocar que deseemos zamparnos una hamburguesa.

reacción comer limón

Probablemente, si vemos una paella a la que no se ha añadido colorante para obtener el clásico color amarillo, nos resultará menos apetitosa de lo normal. Sin embargo, si probamos la paella con los ojos vendados, difícilmente podremos identificar si el arroz lleva o no colorante artificial.

Según diversos estudios, las condiciones a las que nos sometemos a diario pueden también variar nuestra percepción del sabor. Cuando viajamos en avión, el sabor de la comida no es el mismo. Y no nos referimos a la mala fama de la oferta culinaria en las aerolíneas. Hay estudios científicos que demuestran cómo nuestro sentido del gusto se ve mermado cuando estamos en el aire, en especial, el dulce.

Manteniendo la dieta

Comer con los ojos cerrados también nos hace creer que ingerimos más cantidad de la real. Según un estudio realizado por investigadores alemanes en 2016, ver la comida influye en nuestra percepción de la cantidad que comemos realmente. Lo comprobaron en un grupo de muestra donde el alimento era helado. Parte de los implicados tenían los ojos vendados. Y fueron éstos quienes aseguraban haber comido más helado y con un sabor más intenso.

Aunque no está comprobado que sea un método efectivo para la operación bikini, pero las comidas pueden ser mucho más divertidas.

Disfrutar con los 5 sentidos

De igual forma, podemos deducir que la vista nos sugestiona en otros aspectos a la hora de comer. Es probable que nos sintamos más dispuestos a saborear platos en un entorno acogedor y bien decorado. También si la presentación es estéticamente más elaborada.

Podemos observar este comportamiento y la importancia visual no sólo en los restaurantes, también en los supermercados. Con frecuencia, se eligen los alimentos que mejor aspecto presentan. Esto ha llevado en muchas ocasiones a la inclusión agentes artificiales para mejorar el aspecto de la comida. Y no siempre son una elección saludable, a pesar de que hagan a las naranjas tener un color más apetitoso.

¿Se ven involucrados otros sentidos a la hora de comer? Sin duda. Cabe recordar que un resfriado altera notablemente nuestra sensación del gusto. De la misma forma, si pinchamos con un tenedor un alimento con una textura que nos desagrade, nuestro sentido del tacto lo percibirá como algo poco deseable. Y una narrativa bien elaborada de una receta recitada por un chef, puede convertir unas lentejas en un “estofado de legumbre con aderezo de ibéricos”. Al fin y al cabo, todo suma para disfrutar de la comida como nos merecemos.

Entender la cocina y cómo disfrutamos de ella como un arte más al alcance de todos es un privilegio. Y podemos disfrutarlo no sólo en restaurantes, sino también en nuestro propio hogar, compartiéndolo con la gente que queremos.

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