Cocinar con niños para estimular su aprendizaje

22 abril, 2019

Disfrutar del tiempo en familia y con los más pequeños siempre es un placer. Pero también requiere una buena dosis de energía y creatividad. Una excelente forma de pasar tiempo con los niños en casa es cocinar con ellos. Una actividad que ven realizar a los adultos que les rodean a diario: transforman alimentos con misteriosos aparatos en platos deliciosos… pura magia. Pero lo que quizá no sospechamos es que introducir a los niños en el mundo de la cocina tiene muchos beneficios asociados para ellos y para nosotros.

Cocinar como herramienta de aprendizaje

Hablamos de una herramienta que funciona en ambos sentidos. Los padres también logran pasar tiempo de calidad con los niños en una labor divertida y dinámica que pueden desarrollar varios miembros de la familia a la vez.

Cocinar con nuestros hijos nos enseña a observarles en actividades que requieren concentración y que están sujetas a una planificación, siguiendo unas instrucciones detalladas. Un objetivo común a cumplir por ambas partes en un camino repleto de pequeños obstáculos pero que acaba encontrando una recompensa para todos: un plato para que disfrute toda la familia.

Beneficios para su motricidad

Los niños desarrollan junto a ti su creatividad e imaginación a la hora de inventar y elaborar los platos. Aprenden a prestar atención a los detalles, a nombrar correctamente los alimentos que ya conocían y a descubrir otros muchos completamente nuevos.

Pequeños trabajos como dar forma a las masas de repostería, dibujar pancakes, descubrir las cantidades, precisión al coger objetos con las manos… son beneficiosas para el desarrollo de la atención y la motricidad fina del niño.

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Relaciones afectivas y comunicación

Cocinar un bizcocho juntos puede convertirse en una manera sencilla de afianzar lazos con los padres. A nivel afectivo, los niños son conscientes de estar desarrollando una tarea de adulto y no con cualquier persona mayor: están ayudando a sus propios padres y pasando tiempo con ellos.

La comunicación necesaria para la consecución de los diferentes pasos beneficiará también su desarrollo del lenguaje y su capacidad para expresar deseos, disconformidad o para saciar su natural curiosidad a través de preguntas, generando un entorno de confianza para ambas partes. Y por qué no decirlo, atravesar un campo de pequeñas frustraciones al enfrentarnos a nuevos retos que no siempre salen como queremos apuntala también la confianza en sí mismos.

Trabajando en equipo

Otra de las actividades que desarrollamos sin casi darnos cuenta es la de trabajar en equipo. Los niños toman conciencia del reparto de tareas y de la importancia de ser parte de una cadena de trabajo conjunto para lograr un mismo fin.

Además esta dinámica está asociada a la necesidad de disciplina y planificación para llevar a cabo las recetas, sin que por eso sean menos divertidas.

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Seguridad

En muchos casos despejar ese área de misticismo que rodea a todo aquello que hacen los adultos y en especial los padres, ayuda a acrecentar la seguridad en sí mismo del niño. Y también reduce el atractivo en torno a herramientas que pueden ocasionar algún tipo de accidente doméstico. Aunque los electrodomésticos modernos están cada vez más preparados para afrontar algún que otro percance para los más pequeños de la casa.

Los alimentos: un aula de experiencias

El mercado constituye un gran paso dentro del gran aula experiencial para los niños que es la nutrición. Realizar la compra con los padres se convierte en toda una experiencia repleta de estímulos, con el aliciente de ayudar a realizar las tareas domésticas y de tomar pequeñas decisiones junto a su familia.

Cocinar los alimentos que hemos adquirido en nuestro propio hogar, constituye el siguiente paso para estrechar su relación con la nutrición. Una actividad que puede despertar en ellos un nuevo interés por la comida. Nuevas formas, texturas, colores y sabores por descubrir cada día y a los que poner nombre.

Aprendiendo a comer

Cocinando diversos platos en la cocina, enseñamos a nuestros hijos el valor de la comida, a la vez que estimulamos el apetito de los niños dentro de un amplio abanico culinario. Quizá tengan más ganas de probar las verduras si las han cocinado contigo de una forma dinámica y divertida. Y quizá nosotros nos animemos también a volver a probar alimentos que habíamos relegado a un segundo plano por motivos más bien caprichosos ¡aquí aprendemos todos!

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¿Por dónde empezar?

El tiempo suele ser el factor clave para abordar juegos con los niños. Pero podemos solventar la escasez habitual de tiempo en una sociedad a la carrera con una buena planificación y altas dosis de improvisación: nadie quiere una pizza perfecta, pero sí un plato hecho con amor. Con todo, hay pequeñas cosas a tener en cuenta para que cocinar juntos sea un poquito más sencillo:

  • Es necesario adaptar nuestro entorno habitual de cocina para los niños. Debemos preparar utensilios que ellos puedan utilizar, tener lista una mesa de trabajo a la que puedan acceder sin peligro de caerse y donde puedan estar cómodos.
  • Con respecto a qué edad podemos comenzar a cocinar con ellos, los expertos suelen apuntar a los 4-5 años. Su psicomotricidad les permite llevar a cabo tareas básicas y eficaces en la cocina llegados a esta edad. Quizá no puedan cortar lonchas de jamón serrano pero desde luego pueden ayudarte a hacer unos churros de repostería fenomenales.
  • Y por último, basta con que te hagas con una buena provisión de recetas para cocinar con ellos. Nosotros os daremos pistas a través de nuestro blog, pero también os recordamos que podéis introducirles en el mundo de la cocina con pequeños gestos a diario: buscar condimentos, lavar la lechuga o la fruta o poner la mesa también les aproximan al mundo de la cocina.

De lo que estamos seguros es de que cocinar con ellos va a ser fruto de muchas, muchas risas y momentos de complicidad que recordaréis siempre.

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