Llega el frío y la bajada de las temperaturas nos pilla muchas veces por sorpresa, igual que los virus. Antes de diciembre, es fácil que ya hayamos pasado por los primeros catarros o incluso alguna gripe que pille a nuestro sistema inmune desprotegido. La alimentación es clave para que nuestro cuerpo pueda defenderse frente a ese ser que te estornuda encima en el ascensor o los hijos de tus amigos y los propios, sobre quienes los gérmenes hacen su agosto (ellos en dos días están nuevos y a ti te tumban una semana). Recopilamos algunos consejos para que este año los virus te pasen de largo y puedas cuidar de tu salud en invierno para ponerte fino en navidades y llevar mejor el páramo anímico de enero y febrero.
Hidratación más que nunca
Que en verano hay que permanecer hidratado lo tenemos claro. Pero beber agua y líquidos es muy importante también durante otoño e invierno. Sabemos que somos los cansinos del agua, sí, pero es que el frío deshidratra el cuerpo y también lo hace la calefacción. Así que bebe agua, ingiere infusiones… y no te olvides de consumir fruta y verdura, que también suponen un importante aporte de hidratación para el organismo y nos ayudan a cuidar nuestra salud en invierno de manera efectiva.
Ejercicio físico
No hace falta que te apuntes a cinco maratones. Con que mantengas una vida mínimamente activa, tu cuerpo va a notar la diferencia. No solo vas a sentirte con más energía y de mejor humor—científicamente comprobado—, también vas a tener un cuerpo más resistente a todo tipo de enfermedades. El mero hecho de caminar al día cinco kilómetros ayudará a que tengas unos huesos más fuertes, mientras que subir escaleras y una buena dosis de estiramientos al despertar y al irte a dormir, mantendrán los músculos preparados antes posibles lesiones del día a día. Acuérdate de lo que te duele luego el lumbago, José Luis.
Por otro lado, si ya estás en la mediana edad, que abarca desde los 30 hasta cuando tú quieras, los entrenamientos de fuerza te ayudarán a paliar la sarcopenia. Apréndete esta palabra que la vas a oír mucho a medida que cumplas años: es la pérdida de masa muscular que sufrimos paulatinamente y puedes combatirla con ejercicio.
Alimentos de temporada
Disfrutar de los alimentos de temporada es una de las mejores maneras de cuidar de nuestra salud en invierno. No tienes más que darte una vuelta por la frutería de tu mercado más cercano y dejarte aconsejar: mandarinas, naranjas, uvas, higos, kiwis son un aporte excelente de vitaminas y minerales para mantener el cuerpo sano. El brécol tiene una buena dosis de calcio, las espinacas, alcachofas, apio, lechugas y endibia te van a portar energía y minerales esenciales. Y así vas variando también un poco la dieta. Eso de naranjas en agosto y uvas en abril ya no hace falta.
Grasas en invierno
¿Puedes considerar la fabada un alimento de temporada? Ojo, una cosa es que te apetezca más y otro que te hinches a comerla. Si bien es verdad que las comidas consistentes como los guisos apetecen más por la temperatura, no significan un cheque en blanco para acompañarlas de una mayor ingesta de grasas. Trata de no darte atracones que pueden pasar factura a tu digestión y a tus análisis de sangre. Sopas calentitas, sí; tocino cada día como forma de vida, no.
Azúcares y procesados: ¿de verdad los necesitamos?
Modera también el consumo de azúcares en invierno y durante todo el año. No es un alimento que necesites, como los procesados. Es importante entender que los azúcares ya están presentes de manera natural en la mayor parte de los alimentos. Su consumo ha de ser ocasional y su fin no es alimenticio, más bien recreativo. Si no te quieres privar de ellos y de comidas como fritos o similares, opta por cocinar en casa. Una pizza casera le da mil vueltas a otras opciones. Lo mismo sucede con los fritos, puedes utilizar un horno tipo AirFry y ahorrarte calorías por un tubo (y aceite). Opta también por la repostería casera, que anochezca a las seis de la tarde es perfecto para meterte en casa a hacer de cocinillas y disfrutar de la cocina como ya ni te acordabas.
Mantenernos sanos durante todo el año con una buena dieta es la mejor forma de cuidarnos, pero esto se vuelve más evidente aún en invierno, con la proliferación de virus. Párate a analizar lo que comes cada día y evalúa qué puedes cambiar de tu dieta para que los alimentos sean el combustible que necesitas. En cuestión de días notarás una mejora considerable en tu energía, tu humor e incluso quizá en esos dolores de cabeza que no te quitas de encima. Total, por probar, no pierdes nada y ganas un invierno sin pasarte el día congestionado y pegado al paquete de cleenex.