El verano es la temporada de mayor estrés para los frigoríficos en el hogar. Salen a darlo todo y su público, nosotros, somos la mar de exigentes. No en vano es el electrodoméstico más popular en los hogares, junto con la lavadora, además de ser el que más tiempo se pasa enchufado al día, junto con la consola. Recopilamos algunos consejos para optimizar su consumo y que puedes llevar a cabo en el día a día, lo que no solo va a ahorrar energía en tu frigorífico, también prolongará su vida útil.
1. Organización interna: colocar los alimentos de forma eficiente
No se trata de abrir el frigorífico y que parezca de atrezzo de una película de sobremesa. Es una cuestión más bien práctica que te va a ayudar en muchos sentidos. Por lo pronto, a encontrar todo antes, evitando el terrorífico efecto puerta de frigorífico abierta sin ton ni son.
Acostúmbrate a poner delante los productos que necesiten consumirse antes porque van a caducar pronto. También, aquellos que utilizas en tu día a día, como por ejemplo botellas de agua, leche o yogures.
Los frigoríficos modernos vienen preparados con espacios específicos para cada tipo de alimento. Utilízalos, porque así permanecerán frescos y en mejores condiciones durante más tiempo. Y aprovechamos este espacio que nos brinda internet para deciros que no consumáis alimentos con moho. Por mucha pena que os de tirar fruta porque le ha salido algo de moho, lo más probable es que haya más parte contaminada de la que vemos. No es aconsejable porque podemos acumular toxinas fúngicas en el organismo sin saberlo. ¿Solución? Comprar, almacenar y consumir de manera más consciente, que también ayuda a ahorrar energía a tu frigorífico.
Mucha comida, poca diversión
Y poca comida, lo mismo. Para ahorrar energía en tu frigorífico es conveniente que no la llenes hasta los topes, porque enfriar y mantener la temperatura de todo eso, sobre todo en verano, es una labor titánica. Pero si la dejas funcionando con cuatro limones y media cebolla, el resultado es similar. En este último caso, puedes recurrir el truco de llenar huecos con botellas de agua, para que haya un ajuste térmico más eficiente.
2. Almacenar correctamente la comida
Esto significa, primero, que dejes enfriar la comida antes de meterla en el frigorífico. Así evitas descompensar la temperatura, con los riesgos que eso conlleva para todos los alimentos—piensa en esa comida que está tan fresca y, de repente, le llega un anticiclón africano en forma de lentejas recién cocidas que colocamos a su lado y que les descompensa un montón.
Por otro lado, es buena idea envolver bien los alimentos que introduzcas en el frigorífico, siempre que no sean frutas y verduras. Estas, suelen tener sus cajones correspondientes, donde se controla la humedad de manera eficiente para mantenerlos en las mejores condiciones. Otra opción es utilizar recipientes cerrados, una opción que permite apilar aprovechando mejor el espacio del frigorífico.
Si has de descongelar comida, recuerda dejar que pase primero por el frigorífico. Es más seguro y contribuirás a mantener la temperatura interna del electrodoméstico.
3. Ajustar la temperatura
Una regla de oro para ahorrar con tu frigorífico y para darle un uso correcto. Los fabricantes siempre aconsejan en el manual del producto una temperatura según las condiciones y necesidades. Ciñéndote a esta temperatura dada, aseguras un uso óptimo del electrodoméstico sin hacerle trabajar de más pero sí correctamente.
4. Jornadas de puertas abiertas
No hay hogar donde no exista la costumbre de abrir la puerta y mirar al infinito del frigorífico como si estuviéramos presenciando el amanecer de los tiempos. Un vicio que provoca una notable pérdida de temperatura y un sobreesfuerzo del frigorífico totalmente innecesario.
Piensa primero qué necesitas coger del frigorífico antes de abrirlo. Si ves que te está llevando mucho tiempo, cierra y vuelve a abrir más tarde, que los alimentos no van a salir corriendo, te lo prometemos. También es buena costumbre comprobar que hemos cerrado bien la puerta cada vez que cojamos algo, porque a veces se queda abierta por despiste o porque algo no funciona correctamente en el frigorífico.
5. Limpieza y desinfección
Cada cierto tiempo, hay que limpiar bien el frigorífico por dentro. Basta con retirar bandejas y cajones, lavarlos con un poco de agua y jabón, secarlos y volverlos a colocar. Lo mismo pasa con las juntas y gomas. Es importante repasar que no se acumula suciedad, porque fomentamos la aparición de bacterias y puede causar un mal funcionamiento del electrodoméstico (cachos de comida atrapados en la goma de cierre que provocan que la puerta se quede abierta. Está pasando).
6. Aprovecha la tecnología para hacer el bien
La tecnología es tu amiga, no solo sirve para perseguir a Sarah Connor. Para sacarle el máximo partido:
- Infórmate sobre todas las prestaciones de tu frigorífico, probablemente, aparezcan en el manual de uso.
- Si tu frigorífico tiene alguna avería, trata de repararla cuanto antes, previa valoración por un profesional. De lo contrario, su consumo energético se verá afectado.
- Si puedes, trata de hacerte con un frigorífico moderno con una buena certificación energética. Es la mejor manera de ahorrar energía con tu frigorífico, porque vienen preparados para una optimización de consumo palpable.
- Y si te decides por comprar un nuevo, analiza tus necesidades para hacerte con el modelo adecuado. No hace falta que instales un frigorífico americano en un apartamento de 30 metros cuadrados en Lavapiés, pero si sois muchos varios en casa, igual uno normalito se os está quedando corto.
- Una vez que tengas tu electrodoméstico nuevo, asegúrate de que está bien instalado, bien nivelado (para evitar que la puerta cierre mal) y lejos de fuentes de calor.
Llevar a cabo estos pequeños trucos en el día a día es sencillo y nos ayudará no solo a ahorrar energía con nuestro frigorífico, sino también a ser más conscientes y eficientes en el consumo en general. A nivel medioambiental, será una forma de colaborar desde el hogar y, como hay muchos hogares en el mundo, seguro que podemos hacer más de lo que pensamos con pequeños gestos diarios.