Las modas en la mesa: tendencias culinarias a lo largo de los años (II)

15 noviembre, 2021

Después del camino andado en nuestro anterior post dedicado a las modas de la mesa, continuamos en nuestra línea temporal a esas décadas repletas de obscenidades culinarias, para bien y para mal. Desde los años 70 a nuestros días, desde la vajilla de Duralex retro a la que juntaban las madres con los tapas de los yogures Clesa, bienvenidos a la época dorada de los platos sacados del atrezzo de una película de Almodóvar: la moda en la mesa a partir de los años 70 y (alto y claro) los 80, hasta nuestros días.

De los 70 a los 80: desayunos, meriendas y celebraciones

Las nuevas décadas traían una estabilidad económica y, aunque la mayoría de las casas seguían una política de austeridad basada en cosas como beber Coca-Cola solo en los cumpleaños, existían y se afianzaban las grandes marcas del sector alimentario en España. La publicidad en un medio que ya estaba en plena expansión, como era la televisión, va a ofrecer algunos de los mejores anuncios y jingles de su historia.

Desayunos y meriendas

pastel de grosellas sobre plato negro

Cuesta un poco creer que no hayamos desarrollado obesidad (o diabetes) teniendo en cuenta los desayunos y meriendas de las generaciones a partir de los años 70, con cantidades ingentes de azúcar. Porque esto de la comida saludable y orgánica es más bien de los 2.000, luego ya lo que tú decidieras comerte, pero lo que es la información, ahí estaba.

Los desayunos infantiles y adultos se basaban en España en productos solubles, sobre todo cacaos. Y por las mismas, los tentempiés de los recreos abarcaban desde bollería industrial a bocadillos, que con frecuencia medían la mitad de un niño de diez años. El abanico de embutidos era también bastante loco, destacando la mortadela con aceitunas o incluso un fiambre con cangrejo. Con este punto de partida quién nos iba a decir con que con los años acabaríamos aireando el vino para captar mejor el buqué.

tostada con crema de cacao con avellanas

La margarina untable, como el cacao untable (Nocilla, sí), se convirtió también en la clave de la alimentación infantil en muchos hogares. En un giro inesperado de I+D doméstica, nos consta que se llegaron a poner de moda los bocadillos con un base de margarina vegetal espolvoreados con azúcar y Cola-Cao. Los bocadillos de foie gras también vivieron su momento de gloria. Además, la llegada de envases como el tetrabrik en packs pequeños hizo muy populares los zumos. Que tenían aún más azúcar.

Cumpleaños y las BBC

Pero donde realmente pensamos que se pueden ver las modas en la mesa y lo mejor de cada casa es en las celebraciones. Las fiestas religiosas tipo comunión, bodas, las Navidades… son una fuente inagotable de material para hacer un estudio de las modas en la mesa.

aperitivo-vegano-paté

Los menús de los restaurantes para bodas, bautizos y comuniones se convirtieron en un clásico innegable desde los años 60 a los 90. Los entremeses y los canapés con base de pan de molde hubo un tiempo en que daban hasta un punto chic. Los entrantes, en general, alcanzaron su punto más dadá con la creación del cóctel de gambas. Lechuga, salsa rosa en cantidades abrumadoras, y unas gambas o langostinos que se agarraban al borde de una copa como podían, porque sí, se servía en copa. Si tenías suerte podías ver la versión de este mejunje servida dentro de una piña vaciada. Con el paso al nuevo milenio, los ingredientes clave persistieron, pero se mudaron a los volovanes y cosas por el estilo.

Las comidas en familia fuera de casa no eran habituales, pero para los que trabajaban fuera, la restauración trajo uno de los inventos más icónicos de estos años: el plato combinado. Una maravilla que todavía persiste y que nos ha dejado mejores carteles y más decadentes que Toulouse-Lautrec.

Cumpleaños infantiles y comidas de domingo

Normalmente, en los hogares españoles, y previsiblemente en el resto del mundo, existían una serie de alimentos que solo podían consumir los invitados. A ti, como niño, te estaba prohibido coger galletas del surtido Cuétara que tu madre guardaba en la despensa, por ejemplo. Si tenías suerte, llegaba tu cumpleaños y podías consumir patatas fritas y hasta Coca-Cola, o Casera-Cola, que era más propio de los malabarismos de la economía familiar. Los mitos sobre comidas de cumpleaños con mediasnoches y sándwiches de Nocilla son totalmente ciertos: existían.

sandwich con jamón y queso fundido

El otro día especial del que podías disfrutar más a menudo era los domingos. Las comidas de domingo siempre traían algo diferente a la mesa y mejor que el resto de la semana, por ejemplo, comer con toda tu familia. Normalmente, el pollo asado o los guisos triunfaban. Y en verano, sin ninguna duda, nació esa imagen de ensaladilla rusa que la mayoría de la población conserva en la memoria: una fuente hasta arriba de ensaladilla decorada con pimientos rojos y aceitunas rellenas de anchoa. La otra posibilidad, veraniega pero osada para el intestino, eran los huevos rellenos de atún, un clásico que nunca muere.

helados caseros

En los postres, los cortes de helado, incluso en casa, acapararon gran parte de los veranos, como sucedió con muchas frutas en almíbar en Navidad. Las latas de frutas en almíbar podían durar años en los hogares, eran una de las modas en la mesa por excelencia en Nochevieja, casi más que Martes y 13 o los langostinos.

Llegan los 90 y la comida rápida

No es que en los 80 no existiera la comida para llevar, pero la eclosión de la comida rápida en España sucedió más bien con la nueva década. Había cierta desconfianza con eso de pedir una pizza pero en poco tiempo la idea se acogió como algo exótico y especial. Lo mismo sucedió con el despegue del resto de franquicias de comida rápida.

hot dog en una cesta con servilleta de cuadros

El amor por la cocina no se fue pero sí que volvió con más fuerza a medida que pasaron los años. El gusto por lo tradicional y por pasar tiempo cocinando, disfrutando de las recetas, llegó con las nuevas modas en la mesa a partir del nuevo milenio. La presencia de la cocina en la televisión ayudó mucho a que todos pudiéramos creernos pequeños chefs. De repente, se empezaron a regalar fondues y raclettes un poco a diestro y siniestro y comenzó a profundizarse en la dieta mediterránea. Y en general, en los platos grandes con porciones pequeñas dentro y el reinado del aguacate, ante el cual nos rendimos sin tapujos.

A día de hoy, la cocina se ha convertido en mucho más que una obligación, es un lugar de disfrute. Un pequeño universo de posibilidades que se abrió paso para convertir la comida en arte. Y de paso, reconocer el trabajo que tantos años habían hecho entre fogones, sobre todo, las madres y abuelas. La cocina, al final, es un ejercicio de amor a través de las recetas y una manera diferente de ver nuestra historia reflejada en los platos que hemos disfrutado a lo largo de los años.

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